En una entrevista a Darren Aronofsky, se le preguntó acerca del impacto de “Requiem for a dream” en Cannes, se sabía que a mitad del film la sala estaba casi vacía y que los que se quedaron al final aplaudieron de píe, costumbre que permaneció durante los días de su proyección. Cuando en la entrevista le pidieron recordarlo, él se negó. Dijo que los recuerdos pierden energía al exponerlos y no dijo nada más.
Me sorprendió la claridad de su mensaje, en aquel entonces los recuerdos más preciados eran los de la secundaria, yo encontraba dicha en cada visita y los recorría saltando como niño, pero los expuse tantas veces que no recuerdo ni me di en qué momento habían perdido su vida, estaban allí, pero no se movían, son diapositivas, lo que alguna vez pudo describirse lanzando chispas, hoy necesita combustible y muchas veces los caminos no llevan a ningún lado, juraría que de todo aquello yo he invitado dos o tres cosas para hacerlo perfecto -además-.
Durante años capturé desde escritos, fotos, videos, bocetos, todo lo que se me ocurría, lo guardaba en un disco duro especial para ello. Un día con la cabeza llena de mierda, sin querer lo borré y sentí el dolor en la piel de borrar todos mis tatuajes y quedar como hoja en blanco. Disfrutaba tanto verlo, era tan mío, una biografía con todos los ánimos de hacerme sentir bien, curada y seleccionada por el mejor para la tarea, mi ego y yo.
Se perdió y pasé meses recuperando las cosas, y, aunque de mil fotos pude haber recuperado unas cien, preferí dejar ir todo, no quería las viseras de ese maldito accidente, de ese tan mal momento. Hoy día podría describir cada una de esas fotos, por ejemplo, pero mi plan era a futuro; cuando todo se comenzara a desvanecer, ahí estaría el respaldo.
Mantener con buena salud un recuerdo es difícil, hay que cuidarlo como a un enfermo e impide crear nuevos recuerdos, son formas con energía propia que luchan por no desaparecer pero, también, son parte de un sistema de purificación y de deshecho.
Las risas, los amigos, las calles, las correteadas, los logros, los pechos, los orgasmos, los castigos, las lágrimas, los pasos, los besos, las caricias, las miradas, las carcajadas a punto del ahogo permanecen siempre, se diluyen y se contienen abstractos en eso que somos nosotros, en lo que soy yo.